sábado, septiembre 02, 2006

La Gran Aventura de la Residenciación

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10:37 Belardes

- Me llamo Luís, y soy cura - empezaba bien el gentilhombre, hablando de los valores, el estudio, el silencio (lo ensayaba mucho en clase de historia, pero no quería discutirle las diferencias), los compañeros que llegan borrachos y la ‘sala de televisión madridista’.

Me enseñó una habitación que me hizo recordar aquellas palabras tan míticas de aquel hombre tan carismático: “Me pegan, me pisan, me empujan, me empotran contra las paredes, y encima tengo que arrodillarme y pedir perdón”.

Pues sí, la habitación era del tamaño del departamento de Bardales y la ‘ventanilla’ como la de la ‘berlingo’, no estaba tintada pero entraba la misma claridad.

11:20 Blanca de Castilla

-Te enseñaré un baño, de los que están fuera de la habitación pero que usa solo una persona – El hombre quedó pálido, dentro del lavabo había un secador enchufado debajo del grifo, cerró la puerta y dijo: -Vamos a ver los generales- Vimos un ‘pechulobo’ sin camiseta viendo girar la lavadora de fichas -¿Ya sabes usarla? Si, si- uff, menuda residencia ‘High Technology’, estamos en mayo y los ingenieros aun experimentando con los aparatos.

La habitación, quitando las gritas de pintura por techo y paredes, estaba bien, el problema era que dentro se podía tener el mismo margen de maniobra que 4 personas en el ascensor de Nico.

12:40 Perdido por el Barrio de Pajarillos, buscando la residencia Don Bosco

Sobre plano había que cruzar un parque, sobre asfalto había q subir una cuesta, me quedaba fuera de la órbita ‘facultad-estación’ y di media vuelta hacia mi ‘Destino Final’.

13:20 Fuenleal

No era la primera vez q estaba delante de aquella puerta, la primera vez me había abierto la señora de la limpieza porque nadie más estaba en aquel momento (me recuerda a alguna otra residencia…).

En aquella ocasión me recibió un joven vestido como Navarro (cuando le mordió aquel mono y salía enseñando el brazo en el periódico), al verlo no supe si gritar del susto o reírme (y NO, esto último no está para nada exagerado).

En la sala de recepción (frente a un cuadro del ‘patriarca’ fotografiado con el antiguo Papa) me ofreció un formulario de los que hay que rellenar para solicitar plaza, nombre del padre, la madre, sus profesiones, notas del curso anterior (tendré que ponerte las de hace 2 años, porque de ahí a que supiera las de MAC…)

Enfermedades venéreas, enfermedades reconocidas, desconocidas, admitidas, rechazadas y negadas; número de veces abducido por extraterrestres y demás preguntas normales y corrientes q suelen hacer para ingresar en una secta, nada raro.

El siguiente paso fue engatusarme con la sala de ordenadores, no lo logró, pero si consiguió encandilarme con la mesa de ping-pong, me empecé a imaginar aquel salón llenísimo de gente gritando y alguna espontánea saltando desnuda encima de la mesa; debía ser algún maleficio echado por el joven sectario que aprovechó la euforia para enseñarme la capilla, lugar de ‘meditación’.

La habitación tiene baño interior, Internet, ventana, cama, sí sí, todo eso está muy bien, pero… ¿y la llave?

- Las habitaciones no tienen llave, nunca pasó nada ni faltaron cosas, a la hora de entrar todos llamamos a la puerta -

‘Meehcagondiola’, pasa eso en Santuario y mi habitación convertíase en un guateque, ya tenía que peslar la puerta para que no descubrieran Internet, si les dejo el portátil a mano me lo revientan a por… a descargas.

Decididamente, con bastantes pr0s y algún contra, aquella parecía ser la residencia definitiva, un lugar inquietante con pocos inquilinos y posibles asesinatos, el lugar perfecto para refugiarme después de cometer crímenes en la Plaza San Juan y provocar accidentes en La Circular; robar bocadillos a los niños del San José y vigilar a la cajera del ‘Árbol’.

 

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