domingo, octubre 21, 2007

Cosas suyas

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El primer trabajo para 'Composición literaria', mi cuatrimestral que vale 6 créditos de libre.
El profesor nos entregó este texto:

-Cuando la policía encontró a X abrazada al cuerpo ensangrentado y casi sin vida de Y, a quién acababa de apuñalar, y le preguntó por qué lo había hecho, X contestó: "Cosas nuestras".
(oido en las noticias).-

Y su explicación fue: "A partir de aquí... ¿Qué?"

Cosas nuestras
En ese instante bajé el volumen de la radio para que mi anciana madre, vieja… sí, pero muy cotilla, no pudiese nuevamente, en su ajetreado quehacer doméstico, escuchar de refilón los nombres de las dos mujeres mencionadas en las noticias. Después de todo, mi madre las conocía porque ya habían estado en nuestra casa alguna vez y no me interesaba que hiciese preguntas… más preguntas.
Con la voz del locutor comentando el suceso en la lejanía, volvió a mi mente todo lo ocurrido desde aquel 6 de abril en el que empecé a salir con Rosa. Siempre fue muy reservada, a penas hablaba de su trabajo y mucho menos de su familia, aunque me suponía que a sus adinerados padres no les gustaban los tipos vividores como yo, sin casa, coche ni trabajo ‘propios’. Por eso nunca me los había presentado. Religiosa, iba a misa todos los domingos y nunca se saltaba un stop. –Una joya de mujer, es única, no hay otra igual… – me decían los amigos, pero se equivocaban.
Fue en carnaval cuando nos encontramos con una chica disfrazada de bola 8 de billar. Estuvieron hablando durante varios minutos y finalmente Rosa me dijo que Fany era su hermana. Me presentó como “un buen amigo” suyo y llegué a pensar que, tras 10 meses de exaltada relación, se avergonzaba de mí.
Durante el resto de la noche Fany nos acompañó. Intuyo que fue mi encanto personal, esos aires que me daba de ‘amigo’ chulo y creído los que le gustaron y la convencieron para quedar en otra ocasión y contarnos nuestra vida en alguna cafetería. Cuando Fany me lo propuso, Rosa nos fulminó con la mirada, lo noté, pero no me importó. A los ‘secretos’ jugamos todos.
Lo que empezó como una broma, siguió como un juego. Fany, sin disfraz, estaba mucho mejor de lo que jamás pude imaginarme y los encuentros se hicieron más frecuentes.
Los secretos pasaron a ser un espiral de mentiras, cada vez más ingeniosas para que ninguna de las dos sospechara que yo estaba saliendo con su propia hermana, y lo logré… hasta que quizá, un día, a Fany se le ocurrió decir durante la comida familiar que había conocido a un chico, pero eso ya no lo explicaron por la radio, eso ya eran cosas suyas.

Fin.

P.D. No sabía que nombres ponerles a las dos mujeres, al final me acordé de vosotras.
 

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