sábado, septiembre 01, 2007

Y llegó un sms suyo

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Noveles jugadores de billar, vencidos por veteranos que gritan en cada bola como alemanes borrachos de vacaciones. Ancianas que juegan al parchís y una camarera ligeramente atractiva. Esa cafetería no es de mis favoritas, pero me servía para pensar en cómo enfocar el reportaje de ‘ambiente’ sobre el concierto de Sabina y Serrat.
- “Los seguidores disfrutaron matando dos pájaros de un tiro… dos pájaros de un tiro…” – ingeniaba.
- Maldito inútil, esa frase es la que también usará el periódico rival… - me recriminaba.
Como aún no podía idear nada (suele pasar cuando te piden escribir sobre cosas que no han ocurrido) me concentré en el café. En mis solitarias noches vallisoletanas, contrareloj para que Fuenleal no me dejase en la calle, solía beberlo con leche en alguna de las ‘selectas’ cafeterías que me quedaban cercanas.

Aquella tarde tenía el móvil sobre el mostrador, siempre lo hacía en Valladolid y también lo tomé por costumbre en Gijón, esperando algún mensaje de mujer que me suplicara: “Deseo verte”. Nunca había ocurrido, solo en mi imaginación. Aún así, sigo dejando el móvil a la vista. No es por fardar ya que nadie robaría un Siemens A55, es una manera de dar pena y que la gente se diga – Pobre muchacho, ahí está solo, quizá espere una llamada - - Seguro que espera a alguien, quizás a la novia - - Tal vez haya discutido con ella… - Aún así, nadie se acerca a preguntar o para hacer compañía, porque soy o pudiera serlo, el marginado, ese extraño misterioso que parece ocultar algo. Algo turbio.

Tres corcheas seguidas de una negra sonaron de improviso, es el comienzo de la sinfonía nº 5 de Beethoven que tengo en mi móvil y que anuncia la llegada de un sms.
Me sorprendió un poco ver el teléfono temblar e iluminarse, suponía que era alguien del trabajo, aunque también repasaba mentalmente otras opciones. Después de mirarlo de reojo y con cara escéptica, lo giré y me sorprendí aún más al ver su autoría.
Era de la ‘mujer imposible’, la que me había traído de cabeza durante un cierto tiempo y por la que había hecho alguna que otra estupidez. Y me estaba escribiendo.
Sobre lo que traía el mensaje, me ‘reservo el derecho a callar’ (eso lo dice Bisbal con chulería, yo con prudencia).
No respondí, en aquel momento no lo hice. Si le gustan los tipos duros, yo también puedo serlo (estoy escuchando vuestras carcajadas, jodidos lectores…). Pero sí le contesté por la noche, cortesía, sin mayores pretensiones. Es uno de mis graves errores, me dicen, cuando me gusta alguien descarto las demás opciones durante ese periodo de apijotamiento.
A ella se le está escapando el tren.



*Nota de autor: Soy un puto freak, después de 4 años con el móvil, hoy busqué en foros de Internet para descubrir a qué obra correspondía el sonido. Exclusivamente para escribirlo en mi blog. Doy asco con tanta pendantería, lo sé, y me gusta. Os gusta (podéis insultarme por ello).
 

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