martes, noviembre 20, 2007

Esto, es, un, relato

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"Esto, es, un, relato", dijo, pausadamente, mi profesor de composición literaria. Él había pedido hacer un mini resumen de nuestro puente/fin de semana. Podía ser real o inventado. Y debía tener anotaciones de momentos, personas o situaciones. Al parecer no le gustó la idea final, que convertía esta 'guía viajes' en un r,e,l,a,t,o.

Leaving Asturies

Martes 30 de octubre.

12h. – Recibo un mensaje en el móvil anunciando – “Quédate en Pucela porque este puente vamos nosotros”. – Los amigos… siempre tan previsores haciendo planes... Así que deshago las maletas.

12:30h. Estación de autobuses. Discuto con la taquillera porque no me quiere cambiar la fecha del billete para volver a mi casa. Le pido con educación que se vaya al carajo y le doy el billete al primer individuo que me encuentro en Campo Grande pidiendo dinero.

Miércoles 31 de octubre.

17:30h. Facultad de Filosofía y Letras, Aula Juan de Juni. Por la ventanita de la puerta veo como se asoma la cabeza de un amigo, o me está buscando o está mirando a mis compañeras de clase. Lo importante es que ya han llegado a Valladolid. Salgo del aula sin hacer mucho ruido, aunque todo el mundo se queda mirando.

18h. Me dan una nueva sorpresa – “Nos vamos a Ovidiu con los vuelos baratos de ‘Cantabric Airlines’, compramos los pasajes anoche y tenemos también uno para ti”. – Me dice Javier, con esa sonrisa de Anibal Smith en el ‘Equipo A’ cuando se le ocurría un nuevo plan. Poco después me explican que esa ciudad es como Oviedo, pero en Rumanía, y además tiene playa.

18:40h. Mi residencia. Vuelvo a hacer las maletas.

19:45h. Estación de autobuses. Vaya… mi billete de autobús me hubiera servido para ir hasta Villanubla.

21h. Villanubla. La comida del aeropuerto sabe a plástico… o a barniz… de todos modos no puede sentar bien mientras cenas viendo como un tarado vestido de demonio grita: - “Vamos a morir, nuestro vuelo se va a estrellar”

23.30h. Vuelo 815. Finalmente despegamos. Estoy en el asiento 23, ventanilla. Es el Halloween más acongojante de mi vida, ver que las alas del avión se mueven de la misma manera que lo haría una gaviota no tiene precio.

Jueves 1 de noviembre.

1:30h. Ovidiu, Rumanía. El avión se estrella. Bueno no, eso fue el aterrizaje.

2:45h. A la puerta de la pensión. Antes de que la dueña nos deje entrar, saca a su perro para que nos olisquee. Me muerde la cazadora pero prefiero no recordar eso.

8:30h. La mujer me enseña a encender el microondas en ese enchufe de 4 clavijas. Nico aseguró después que había visto “cucarachas, gusarapos o algo así” correteando por el brazo de la señora.

13:30h. La comida sabe a madera, pero al menos no hay nadie vestido de demonio.

16:30h. Playa de Ovidiu. Hay un grupo de chicas jugando a las palas y Javier me sugiere que les lance el balón para entablar conversación, pero estoy tan emocionado que le pego una patada a la arena y la pelota no llega muy lejos.

23:30h. Salimos por la noche pero la ciudad está muerta, tomamos unas cervezas en un bar de puretas y volvemos pronto.

Viernes 2 de noviembre.

8:30h. Junto al microondas. Intento ver los bichos en la ropa de la casera.

16:20h. Por fin encuentro mi libreta, está llena de babas.

17h. Aquapark. A penas llevamos media hora en el parque acuático y ya rompí el bañador al chocar contra el agua en los toboganes llamados ‘Deadly Hardcore’.

18:30h. Piscina de olas. Tenemos que rescatar a Nico de unos niños que intentan ahogarlo. A mi me arrojan contra los bordes de la piscina. Están fuertes estos alemanes…

23:30h. Esta noche hay más ambiente, vemos a las chicas de la playa, me acerco a una y le intento decir en inglés: - “Quién fuera palabra para estar en tus labios”. – Pero ella grita, sale corriendo y el portero del bar nos echa a empujones.

Sábado 3 de noviembre.

5:30h. De camino a la pensión. Un borracho en moto se cae delante de nosotros y al intentar ayudarlo, él intenta robarnos la cartera.

8:30h. Esa mañana no tengo ganas de buscar bichos. Enchufo el microondas al revés y saltan chispas.

17:30h. Ya no volvemos a la playa, estamos rojos y doloridos.

23:45h. El mismo bar de ayer. No están las chicas de la playa pero hay otras mejores. Junto con Nico, intento la estrategia del ‘cuchillo’, pero no funciona, vuelven a gritar y esta vez somos nosotros los que salimos corriendo.

Domingo 4 de noviembre.

12:30h. Encuentro mis únicos calcetines limpios dentro del plato de comida para el perro.

17h. Aeropuerto de Ovidiu. Varias personas se quedan en tierra y no es por el overbooking. El vuelo de ‘Cantabric’ sale con demasiado adelanto.

18:30h. Hay muchas turbulencias, todo tiembla se oyen truenos y por las ventanillas se ve el reflejo de relámpagos.

Lunes 5 de noviembre.

12:30h. En el autobús Gijón – Valladolid. Una mujer me despierta a bolsazos porque ronco demasiado. Me doy cuenta de que todo lo he soñado, aunque… el señor de mi izquierda se parece mucho al hombre de Campo Grande al que le regalé mi billete.

domingo, octubre 21, 2007

Cosas suyas

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El primer trabajo para 'Composición literaria', mi cuatrimestral que vale 6 créditos de libre.
El profesor nos entregó este texto:

-Cuando la policía encontró a X abrazada al cuerpo ensangrentado y casi sin vida de Y, a quién acababa de apuñalar, y le preguntó por qué lo había hecho, X contestó: "Cosas nuestras".
(oido en las noticias).-

Y su explicación fue: "A partir de aquí... ¿Qué?"

Cosas nuestras
En ese instante bajé el volumen de la radio para que mi anciana madre, vieja… sí, pero muy cotilla, no pudiese nuevamente, en su ajetreado quehacer doméstico, escuchar de refilón los nombres de las dos mujeres mencionadas en las noticias. Después de todo, mi madre las conocía porque ya habían estado en nuestra casa alguna vez y no me interesaba que hiciese preguntas… más preguntas.
Con la voz del locutor comentando el suceso en la lejanía, volvió a mi mente todo lo ocurrido desde aquel 6 de abril en el que empecé a salir con Rosa. Siempre fue muy reservada, a penas hablaba de su trabajo y mucho menos de su familia, aunque me suponía que a sus adinerados padres no les gustaban los tipos vividores como yo, sin casa, coche ni trabajo ‘propios’. Por eso nunca me los había presentado. Religiosa, iba a misa todos los domingos y nunca se saltaba un stop. –Una joya de mujer, es única, no hay otra igual… – me decían los amigos, pero se equivocaban.
Fue en carnaval cuando nos encontramos con una chica disfrazada de bola 8 de billar. Estuvieron hablando durante varios minutos y finalmente Rosa me dijo que Fany era su hermana. Me presentó como “un buen amigo” suyo y llegué a pensar que, tras 10 meses de exaltada relación, se avergonzaba de mí.
Durante el resto de la noche Fany nos acompañó. Intuyo que fue mi encanto personal, esos aires que me daba de ‘amigo’ chulo y creído los que le gustaron y la convencieron para quedar en otra ocasión y contarnos nuestra vida en alguna cafetería. Cuando Fany me lo propuso, Rosa nos fulminó con la mirada, lo noté, pero no me importó. A los ‘secretos’ jugamos todos.
Lo que empezó como una broma, siguió como un juego. Fany, sin disfraz, estaba mucho mejor de lo que jamás pude imaginarme y los encuentros se hicieron más frecuentes.
Los secretos pasaron a ser un espiral de mentiras, cada vez más ingeniosas para que ninguna de las dos sospechara que yo estaba saliendo con su propia hermana, y lo logré… hasta que quizá, un día, a Fany se le ocurrió decir durante la comida familiar que había conocido a un chico, pero eso ya no lo explicaron por la radio, eso ya eran cosas suyas.

Fin.

P.D. No sabía que nombres ponerles a las dos mujeres, al final me acordé de vosotras.

sábado, septiembre 01, 2007

Y llegó un sms suyo

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Noveles jugadores de billar, vencidos por veteranos que gritan en cada bola como alemanes borrachos de vacaciones. Ancianas que juegan al parchís y una camarera ligeramente atractiva. Esa cafetería no es de mis favoritas, pero me servía para pensar en cómo enfocar el reportaje de ‘ambiente’ sobre el concierto de Sabina y Serrat.
- “Los seguidores disfrutaron matando dos pájaros de un tiro… dos pájaros de un tiro…” – ingeniaba.
- Maldito inútil, esa frase es la que también usará el periódico rival… - me recriminaba.
Como aún no podía idear nada (suele pasar cuando te piden escribir sobre cosas que no han ocurrido) me concentré en el café. En mis solitarias noches vallisoletanas, contrareloj para que Fuenleal no me dejase en la calle, solía beberlo con leche en alguna de las ‘selectas’ cafeterías que me quedaban cercanas.

Aquella tarde tenía el móvil sobre el mostrador, siempre lo hacía en Valladolid y también lo tomé por costumbre en Gijón, esperando algún mensaje de mujer que me suplicara: “Deseo verte”. Nunca había ocurrido, solo en mi imaginación. Aún así, sigo dejando el móvil a la vista. No es por fardar ya que nadie robaría un Siemens A55, es una manera de dar pena y que la gente se diga – Pobre muchacho, ahí está solo, quizá espere una llamada - - Seguro que espera a alguien, quizás a la novia - - Tal vez haya discutido con ella… - Aún así, nadie se acerca a preguntar o para hacer compañía, porque soy o pudiera serlo, el marginado, ese extraño misterioso que parece ocultar algo. Algo turbio.

Tres corcheas seguidas de una negra sonaron de improviso, es el comienzo de la sinfonía nº 5 de Beethoven que tengo en mi móvil y que anuncia la llegada de un sms.
Me sorprendió un poco ver el teléfono temblar e iluminarse, suponía que era alguien del trabajo, aunque también repasaba mentalmente otras opciones. Después de mirarlo de reojo y con cara escéptica, lo giré y me sorprendí aún más al ver su autoría.
Era de la ‘mujer imposible’, la que me había traído de cabeza durante un cierto tiempo y por la que había hecho alguna que otra estupidez. Y me estaba escribiendo.
Sobre lo que traía el mensaje, me ‘reservo el derecho a callar’ (eso lo dice Bisbal con chulería, yo con prudencia).
No respondí, en aquel momento no lo hice. Si le gustan los tipos duros, yo también puedo serlo (estoy escuchando vuestras carcajadas, jodidos lectores…). Pero sí le contesté por la noche, cortesía, sin mayores pretensiones. Es uno de mis graves errores, me dicen, cuando me gusta alguien descarto las demás opciones durante ese periodo de apijotamiento.
A ella se le está escapando el tren.



*Nota de autor: Soy un puto freak, después de 4 años con el móvil, hoy busqué en foros de Internet para descubrir a qué obra correspondía el sonido. Exclusivamente para escribirlo en mi blog. Doy asco con tanta pendantería, lo sé, y me gusta. Os gusta (podéis insultarme por ello).

sábado, agosto 04, 2007

Eres la chica del autobús

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Recuerdo tu nombre y tu apellido. Fuimos, en 3º de la ESO, a la misma clase. Pero eso no es noticia, ya es del siglo pasado.
Después de muchos años, nos vimos en el autobús, tres veces; la última vez había sido en Oviedo al bajar del tren, tú ibas, probablemente, a cualquier Facultad, yo iba, mayormente, a la oficina de INSEC.
Ahora casualidad, en el autobús, tú ibas, probablemente, a tu casa, yo iba, hambrientamente, a la mía. Al vernos, nos saludamos. Eso sí es noticia, pocas personas se saludan después de tanto tiempo, nunca fuimos amigos ni hablábamos mucho. Tú tímida y yo tímido, cada uno con sus compañer@s.
Días después me subí al 12, ya no me acuerdo si era de día o de noche, sólo te veía a ti [soy un melifluo (aprendí ayer esta palabra) de mierda].
- hola, ahora siempre coincidimos en el autobús – te dije. Dos veces en un mes, yeah, es casualidad (tono irónico).
La tercera vez, dejé pasar el 1, al momento llegó el 12 y dentro estabas tú, eso ya era un patrón, aunque no tengo clara la hora exacta. - Hola, hacía tiempo que no coincidíamos. – Te comenté. ¿Qué clase de acosador soy?, Me gustaría preguntarte por qué coges siempre ese autobús, de dónde vienes, y explicarte el por qué yo solo me subo a veces y las vueltas que ha dado, que dio, mi vida. Aunque eso, probablemente, te obligaría a regresar en taxi el resto de tu vida para no volver a verme.
Es que ante todo, precaución, hay mucho pervertido en los autobuses.
Pero eso da igual, tú no recuerdas mi nombre ni mi apellido.

viernes, julio 27, 2007

Incendio

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No llores, potrilla mía,
Te contagiaré alegría.


Que tú me gustas, Ramona,

Aunque te falte una hormona.


Lo tienes todo bien puesto;

Excedes mi presupuesto.


Y aunque seas pavisosa,

No eres poquita cosa.


Que casi dos metros mides.

Pero ¿Qué es lo que me pides?


Aunque mido metro y medio

Puede haber aquí un incendio.


Y a ver quién lo ha de apagar,

¡Que yo soy muy de atajar!


Como me quite la ropa

No hay bomberos en Europa


Ni en todo Madagascar

Que lo puedan sofocar.


Ángel Guache.

- Me da igual con quien hables, consigue ese libro – gruñó la jefa cuando le pregunté cómo podía lograr ‘Desafinado’, el libro de poesías de Ángel Guache. – Necesitamos los dibujos – Concluyó. Así que volví a mirar los materiales de que disponía. En el recorte de periódico aparecía el nombre de un individuo totalmente desconocido para mí; en el folio fotocopiado había un número de teléfono, donde supuestamente me darían el móvil de ese individuo.
Después de todo, la jefa me hacía un favor. Si hubiera tenido que seguir tecleando la agenda para el fin de semana me habría dado un derrame cerebral, me acercaba peligrosamente al domingo y al concierto de Bisbal… además ya venía herido de antes, de otros eventos lúdico-festivos durante la semana…
Así que llamé, con ciertas dudas sobre qué decir, y a quién decírselo, pero cuando hablas en nombre de la prensa, por muy mierda que seas, te tratan bien y te facilitan mucho las cosas.

Por teléfono es un hombre muy amable, en persona más. Tuve que ir a verlo antes de que me lo secuestraran los de la radio pero conseguí el libro con las rimas, los grabados dibujados y 15 minutos valiosos… valiosos para lo que la jefa quiera hacer finalmente.
Guache me recitó algunos de sus ripios (así se suelen llamar, y así le gusta a él llamar a sus rimas directas, machaconas) no aptos para todos los públicos ni para los estetas (sí, ya miré esta palabra en el diccionario y reconozco que a veces soy así de pedante, me doy asco, puag).
Podría transcribir aquí toda la entrevista, pero eso ya lo tendré que hacer dentro de 10 horas bajo presión, esta noche me conformaré con ojear y hojear esos versos, ideados para ser cantados, en Youtube ya hay una versión del ‘Baile del pito’, pero eso mañana, vuelva usted mañana…

Musiquita pa’l pueblo
Ya lo dijo Lope,
Hablemos en necio
Para darle gusto al pueblo.
Que somos pueblo, amigo.
No somos rancios,
Pánfilos estetas,
Oscuros retóricos,
Patéticos jilipollas.
Tampoco queremos
Ser
Finos estilistas
Ni habilidosos versificadores
De Juegos Florales.
(…)
Ángel Guache.

jueves, julio 26, 2007

Continue?..9..8..7..6..5..

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On a dark desert highway, cool wind in my hair (…) Welcome to the hotel California…

Eagles cantaba esa canción hace 31 años; mis padres la reconocieron y recordaron cuando la leyeron en el nick de mi Messenger, así q mítica… un poco debe serlo.
Escuchaba ‘Hotel California’ los primeros días del pasado octubre, me sirvió para ir acomodándome a la nueva residencia. Algo melancólica quizá, pero no me parece triste, al menos yo no estaba triste, me sentía con ganas de empezar a clase. El resultado fue que después de 9 meses he parido un hijo… digo… me he convertido en ‘veterano’ de Fuenleal.

Después de darle vueltas (no muchas) a la manera en que retomar algo tan ‘moderno’ como es un blog, (además este en concreto, fue mi primer experimento) decidí que lo mejor era empezar con la canción, (sí, descarte el recurso del diálogo con mi subconsciente y el comienzo arrollador, chulesco y prepotente de odio hacia todos los que lean esta basura).
Y decidí la canción porque me servirá (cuento con ello) para acomodarme de nuevo a este mundo, que comenzó siendo una caleya donde los pr0 eran los únicos que no pinchaban, y ahora es una autopista en la que hasta los críos de 13 años te pegan unas pasadas de infarto. Si a esto le sumas los foros, chats, y fotolog me da para otro post hablando de los personajes con los que llegué a ‘mantener conversación’.
Un mundo freak para los que lo desconocen, muy freak para los que lo conocemos. Allá cada uno interprete la palabra despectiva o afectivamente. Otro día ataco el asunto.... de hecho... ya tengo ganas de responderle a esta mujer... pero paciencia... paciencia...

Ya termino, porque lo que hoy iba a ser la descripción de los sentimientos de un becario en prácticas se está convirtiendo en una chapa insufrible. Me da igual, es mi blog y cuando quiera tener muchas visitas ya colaré fotos porno. Si algo que no ha cambiado en todos estos años es el ‘making money’ que logran los más selectos (y listos) con un blog. Ahora que, cada día la competencia se endurece más y hay que pensar una manera de destacar sobre el resto, un slogan, una frase pegadiza… o sexo gratis, así que si desea descubrirlo, vuelva usted mañana.

miércoles, enero 31, 2007

En la calle de Los Reyes

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A veces le gustaría que se pareciera más a la Taberna del Buda de los Quijano, para poder entrar dando esa imagen que tanto desea aparentar de vividor, pendenciero y mujeriego; pero la tetería marroquí no es así… o por lo menos, no reúne a tantas personas en una sola noche.

Cuando entró la primera vez, pensó que el local ya estaba a punto de cerrar, solo había 2 personas sentadas en una mesa y no sabía a quién hablarle. Arriesgándose a que fueran clientes y lo mandaran a la mierda, les pidió que si por favor le podían poner un café con leche, la mujer se levantó y entró a la cocina.

Esperó sentado en un ‘puff’ junto a una cachimba gigante, mientras escuchaba la música ambiental no pudo evitar oír la conversación de una mesa cercana, un hombre le decía a una chica algo sobre aprender el idioma y los papeles de trabajo.

En ese momento llegó la mujer con la taza de café y un azucarero psicodélico que solo se sostenía por una base muy fina.

- Puedo echar todo el azúcar que quiera – Pensó… y lo hizo.

El segundo día volvió a la misma hora, había más gente de lo ‘habitual’ y solo encontró su hueco en el ‘reservado’, una especie de jaima de ladrillos y miniventanas.

Se asomó a la cocina y pidió un café con leche, todo parecía indicar que esa iba a ser otra noche de estudio y necesitaba su dosis, la mujer asintió y él fue a sentarse muy cerca de una pareja bien dosificada, al menos en lo que a hormonas se refiere.

Miró despreocupadamente la cesta de revistas, solo había prensa del corazón y del motor, ninguno de ellos era su punto fuerte así que se refugió en su móvil, tenía la necesidad de contarle a alguien su situación y emplazamiento.

Mientras tecleaba con aire arrogante, una chica solitaria se asomó por la entrada buscando alguna mesa libre pero solo se encontró con una pareja de enamorados concentrada en sus asuntos y un personaje de apariencia chulesca y enfermiza dependencia tecnológica.

Ahí nuestro protagonista tuvo la oportunidad de su vida, si fuera un caballero le habría dicho a la chica que aún quedaban sitios libres, que no esperaba a nadie más… pero no dijo nada, se quedó con cara de bobo viendo como se marchaba por la puerta, probablemente en busca de algún café con leche para conseguir su dosis, en alguna otra cafetería con alguna otra mesa vacía.

La pareja decidió intimar en otro lugar y, después de pelearse por pagar las consumiciones, lo dejaron solo. El sitio privilegiado que habían dejado muy pronto se ocupó por un grupo de treintañeros que discutían sobre el uso del ‘lo y el ‘le’ para personas y cosas. Se vio tentado a irrumpir en la conversación para explicar la corrección por uso pero incorrección por norma… pero no dijo nada.

De pequeño le decían que era observador pero hasta el tercer día no se fijó en los espejos del techo, que curioso, podía ver la mesa que estaba al otro lado de la pared, y aunque esperaba ver unas manos trapicheando con algo interesante, no había nadie.

Tantas historias inconclusas en su cabeza, reales e imaginarias, y aún quería inventarse más, se defendía pensando que era a causa de las cantidades ingentes de azúcar con las que cargaba el café… o el propio café.

Escuchó la voz de John Locke y era ‘real’, venía de la cocina, donde muy probablemente estuvieran viendo algún episodio de ‘Perdidos’, pero no le preocupó porque sabía que no eran estrenos. Aunque eso le hizo recordar las noches en las que veía la serie tirado en el sofá de su casa. Ahora no tenía sofá.

Esta vez había llegado algo tarde y estaba más pendiente de su reloj que de la conversación que se oía dentro de la ‘jaima’, algo sobre confesiones, biblias y demonios dormidos en camas. Eran las 11 y debía volver a su habitación o el ‘casero’ cerraría la puerta. No sería saludable quedarse una noche entera en la calle con aquella montaña de trabajo sobre su mesa…

 

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